¿Estamos perdiendo la comunidad?
Hoy quiero compartir una reflexión que me ha surgido a raíz de la lectura de un libro fascinante sobre el sistema nervioso central. De todos los temas interesantes que aborda, hay dos que me han hecho pensar especialmente: la regulación emocional (y la corregulación) y el hecho de que los humanos somos, por naturaleza, animales sociales.
Aprendemos a regularnos… acompañados
Desde que nacemos, dependemos de los demás para aprender a calmarnos, a entender nuestras emociones y a relacionarnos con el mundo. Un bebé necesita que un adulto lo cuide, lo consuele y le enseñe. Primero, el llanto es la herramienta para pedir atención; después, gracias al ejemplo y las explicaciones de los adultos, el niño aprende a pedir lo que necesita de otra manera y a gestionar sus emociones.
Este proceso de aprendizaje no es solo individual. Observando, imitando y siendo acompañados, los niños interiorizan poco a poco cómo regularse. Y este aprendizaje continúa a lo largo de la vida: seguimos necesitando a los demás para crecer, para entendernos y para encontrar nuestro equilibrio emocional.
La comunidad como escuela de vida
Recuerdo que, cuando era pequeña, si alguien hacía algo inapropiado en la calle, cualquier adulto podía intervenir y enseñar cómo comportarse. había una sensación de comunidad, de responsabilidad compartida. Hoy, sin embargo, esto ha cambiado. Muchas veces, ante comportamientos inadecuados, preferimos mirar hacia otro lado por mido a una mala respuesta o incluso a la agresividad.
La regulación emocional se aprende en comunidad. Cuando alguien nos explica por qué algo no está bien, nos ayuda a entender las consecuencias y nos acompaña en el proceso de cambio. Pero si la comunidad se diluye, si cada vez somos más individualistas, perdemos esa red de apoyo y aprendizaje.
Familias, tradiciones y el valor de estar juntos.
Antes, la vida en familia era más extensa: abuelos, padres, nietos compartiendo espacio, valores y tradiciones. Ahora, las familias suelen ser más pequeñas y las relaciones, más distantes. Las celebraciones y tradiciones que antes nos unían, poco a poco van desapareciendo o perdiendo fuerza. y los adolescentes, muchas veces, prefieren no participar.
Además, tendemos a sobreproteger a los niños, evitando que se enfrenten a la frustración o a los pequeños golpes de la vida. Los envolvemos en algodones y, sin darnos cuenta, les impedimos aprender a regularse por sí mismos. La comunidad, al mostrar diferentes formas de actuar y acompañar, es clave para el aprendizaje.
Prisas, estrés y la desconexión social
Vivimos en una sociedad acelerada, siempre ocupados, siempre corriendo. Esta prisa constante nos deja poco tiempo para pensar, para escuchar, para compartir de verdad. Nos enfadamos más rápido, tenemos menos paciencia y nos cuesta disfrutar del presente.
A veces, estamos tan enfocadas en la imagen y en lo externo que olvidamos disfrutar de lo que tenemos delante: un paseo por la naturaleza, una conversación tranquila, un momento de silencio. Estas experiencias nos ayudan a regularnos y a encontrar calma, pero cada vez les dedicamos menos tiempo.
Relaciones líquidas y la soledad creciente
Una reflexión que me impactó recientemente fue sobre las “relaciones líquidas”: vínculos frágiles, difíciles de sostener, que se disuelven ante el primer problema. Antes, buscábamos soluciones, dialogábamos, nos adaptábamos. Ahora, muchas veces, preferimos soltar la relación y seguir adelante.
Esto genera miedo en las adolescentes: miedo a ser juzgadas, a no ser entendidas, a ser rechazadas. Tanto es así que, en un taller, una adolescente confesó que prefería contarle sus problemas a la inteligencia artificial antes que a su familia o amigas, porque la IA no la juzga y siempre la escucha.
Recuperar el valor de la comunidad
Todo esto me lleva a pensar en la importancia de recuperar la comunidad, de volver a unirnos, de aprender a convivir con nuestras diferencias y a dialogar. La regulacion emocional y el bienestar social van de la mano. Necesitamos acompañarnos, enseñarnos, aprender juntas.
¿Tú también lo sientes así? Me encantaría conocer tu opinión y tus experiencias. ¿Crees que estamos perdiendo la comunidad? ¿Cómo podemos recuperarla?

(y más cosas que voy a compartir contigo)