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Por qué ahora, por qué así

    Imagen post porque ahora y así

    ¿Por qué así?

    Porque inicio esta nueva etapa conectando con mi propósito de vida.

    Por qué ahora

    Porque aquí cierro un ciclo de 7 años, mi séptimo ciclo de 7 años en realidad (porque 7 x 7 = mis 49 años)

    Este ciclo inició en 2016, cuando en febrero conocí a Julián, mi pareja, mi compañero de camino. Y ese mismo año, animada por él, inicié mi formación en Educación Emocional y Bienestar, en la Universidad de Barcelona. Postgrado que significó el punto de inicio de esta gran transformación.

    En ese postgrado coincidimos y creamos un grupo maravilloso, el Emogrupo. Un grupo de 38 personas que a día de hoy seguimos compartiendo nuestras experiencias, nuestras dudas y nuestras consecuciones.

    Junto a estas 38 personas me sumergí en las emociones. Las nombramos, las experimentamos, las compartimos… pasamos por las cinco competencias emocionales guiados por Rafael Bisquerra y el equipo del postgrado.

    Todas las actividades propuestas, tanto las presenciales como las virtuales, me movieron, me conectaron con cosas conocidas y con otras que estaban escondidas, que ni yo misma recordaba que estaban ahí, que habían formado parte de mi vida, y que, de alguna manera, me habían dejado huella.

    Esta experiencia me dejó muy consciente y también sensible.

    Así que necesité buscar ayuda profesional para sanar heridas de mi infancia.

    Al año siguiente, durante 10 meses, viajamos hasta Bilbao. Otro viaje de transformación profundo. Viaje físico, el desplazamiento por carretera con mi compañero, Julián. Y viaje espiritual junto a mis 9 compañeras guiadas por Carmen. En esta etapa me sumergí en las secuelas que tenía, y no sabía, derivadas del abuso sexual. El viaje emocional junto a todas ellas, y el viaje emocional junto a mi compañero de vida fueron increíbles, llenos de olores, sabores, colores, sonidos, contactos, intuiciones, certezas, conclusiones, orden, limpieza, ilusiones…

    Ya por aquel entonces tenía ganas de dedicarme a mi carrera, la psicología. Y aunque lo intenté en varias ocasiones…

    Después vinieron diversas formaciones relacionadas con la parte técnica del uso de las nuevas tecnologías. Y nuevos grupos relacionados con esta temática.

    Y nos sorprendió la pandemia.

    Si bien yo seguí con mi trabajo por cuenta ajena, yendo todos los días presencialmente, sintiendo que simplemente seguía con mi rutina…  También la viví muy hacia adentro, sin darme cuenta.

    Y llegó un punto en que todo afloró. Un día en el trabajo una de mis compañeras me hizo de espejo, me mostró cómo me estaba sintiendo. Fue una simple pregunta, pero tan poderosa, y en el momento justo. Esa pequeña conversación hizo que todo saliese a la luz.

    En un solo segundo me sentí sobrepasada, como si me cayese encima un peso muy grande. De repente tomé conciencia de todo lo que me había estado pasando, de todos esos pensamientos que fui dejando de lado, acumulando en no sé qué lugar de mí, sin prestarles atención… hasta que se convirtieron en una montaña de malestar.

    A ese momento, le siguió una etapa de “dejarme caer”, de introspección, de permitirme estar, de concederme esos momentos para sentirme, para conectar con mis emociones más profundas, una vez más, pero ahora las actuales, no las pasadas, no las relacionadas con hechos duros de mi pasado, sino las emociones que estaba transitando en tiempo presente.

    Y tomé conciencia de que esta etapa llegaba a su fin. Si bien me gustaba y me gusta mucho ese trabajo, sin embargo, en este momento ya no tiene sentido para mí.

    En esta etapa de mi vida necesito experimentar que mi desempeño profesional tiene un sentido, una repercusión, que ofrece bienestar.

    Y por eso, siento que este es el momento de volver a conectar, con más intensidad, con mi vocación: la psicología, el acompañamiento a las personas.

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