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La manga de mi chaqueta de otoño y cómo vivir desde la curiosidad

    Imagen foto calceta

    A mí el tejido me ofrece mucho aprendizaje. Por una parte, me ayuda a calmar mi mente, a “no pensar” (eso que es tan difícil de conseguir). Y es no pensando que me ayuda a “hilar ideas” de una manera diferente.

    Os cuento mi último entramado.

    Estoy haciendo una chaqueta para este entretiempo, para el otoño. Es una lana muy finita, calcetada con unas agujas muy gordas, de forma que el punto resultante es un calado.

    Una chaqueta “ligera” al tiempo que abriga.

    Estoy siguiendo un patrón.

    La chaqueta es muy sencilla. De hecho, el cuerpo de la chaqueta se calceta sin costuras, todo de un tirón. Las mangas se calcetan por separado y después se cosen, siendo las únicas costuras.

    Lo tejí entero y lo dejé durante varios días. No entendía por qué, me costaba ponerme a coser las mangas. Y era lo único que me faltaba para terminar la labor.

    Por fin, el domingo me desperté con ganas de terminar este proyecto. Y me puse manos a la obra. Cosí la primera manga y todo perfecto. Pero cuando me puse con la segunda… no quedaba tan bien. Sentía que los puntos que van cosidos al cuerpo de la chaqueta, estaban muy apretados, y por eso al montar esta manga, no conseguía midiese lo mismo que la anterior.

    Tiré intentando estirar un poquito la primera vuelta, y me pasé con el tirón, rompí el hilo y se me deshizo el tejido. Os podéis imaginar mi cara. No me lo podía creer.

    Respiré y pensé que la solución era deshacer un par de vueltas y volver a cerrar el tejido, esta vez más flojito, para solucionar el problema y que ambas mangas quedasen iguales.

    Mi sorpresa fue que no era capaz de “entender el punto”, deshice varias vueltas, pero no conseguía conectar con el tejido. No podía volver a calcetar y terminar la manga. Invertí varias horas, incluso lo dejé descansar un día. Pero nada. No era capaz.

    Así que, evalué la situación y decidí que lo mejor sería deshacer la manga entera y volver a empezar.

    Volví al patrón para recordar cuántos puntos tenía que montar y ….

    ¡¡¡¡Oh, sorpresa!!!!

    Hasta ahora, yo empezaba a tejer las mangas por la parte del puño. Montaba unos pocos puntos, empezaba con el puño y después iba aumentando puntos a medida que tejía “hacia arriba”. Sin embargo, esta manga se empieza por arriba, por la parte de la sisa y se teje hacia abajo, terminando con el puño. ¿Qué quiere decir esto? Que esa era la razón por la que no era capaz de “entender el punto”. Estaba, literalmente, del revés, y por eso no conseguía conectar con la dirección de los puntos y seguir calcetando, las dos o tres vueltas que había estropeado.

    Me quedé un poco descolocada al principio.

    Y me hizo reflexionar.

    ¿Cuántas veces insisto en hacer las cosas de una determinada manera, segura de que esa es la manera?

    ¿Cuántas veces me doy cuenta, después de mucho insistir, de que mi seguridad no era tan certera?

    ¿Cuántas veces me doy la oportunidad de parar y reflexionar sobre el sentido de las cosas? (en este caso tan claro, el sentido de los puntos).

    ¿Cuántas veces me doy el tiempo de parar y observar, sin ideas preestablecidas, desde la simple curiosidad?

    Y tú, ¿qué entramado estás viviendo hoy?

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