Cuesta de enero emocional
Ya se han terminado las fiestas, las reuniones sociales, los regalos y los excesos de azúcar. Empezamos el año bombardeadas con la cuesta de enero, con lo mucho que han subido los precios, con los planes del gobierno, con el gasto medio de la población en las fiestas… Sin tregua.
Y, además, es el mes de la esperanza, de desear, de elegir propósitos de año… de planificar para que sea un 2023 increíble, porque este año tienes que conseguir todos tus sueños.
A G O T A D O R
Más agotador todavía si tenemos en cuenta que se suma a todo el “bombardeo” al que estuvimos expuestas durante el último mes del año anterior: animándonos a comprar, a demostrar nuestro cariño a nuestros seres queridos, mostrarnos siempre felices y animados, quedar con todos nuestros conocidos para brindar y desearnos lo mejor, a esas comidas familiares que nos despiertan sentimientos que creíamos superados, conectándonos incluso con heridas no resueltas…
Es decir, día a día estamos expuestos a cantidad de emociones, y estos dos meses, diciembre y enero, son de alta tensión emocional. Aunque la tengamos tan normalizada que nos parezca “natural”, la verdad es que son muchas emociones, muy intensas y en un corto período de tiempo.
¿No tienes la sensación de estar anestesiada por tantas emociones?
Como dice Marc Brackett (psicólogo investigador y director fundador del Centro de Inteligencia Emocional de Yale) no nos damos permiso para sentir.
Lo que nos convierte en un cóctel emocional peligroso, y ni siquiera nos damos cuenta. Estamos agotadas emocionalmente.
La pregunta es: ¿Cuánto tiempo te dedicas cada día a estar contigo misma? A, simplemente, respirar, dándote permiso para identificar cómo te sientes. Porque cuando identificas cómo te sientes es más fácil saber qué necesitas y de esta manera ofrecértelo.
Muchas personas tienen miedo a sentir porque creen que no sabrán qué hacer con lo que descubran.
No saber qué nos pasa nos mantiene en el sufrimiento.
La propuesta es convertirte en anfitriona de tus emociones. Que tus emociones estén invitadas a tu vida, formen parte de ella.
¿Esto quiere decir que todo el tiempo tengo que estar pendiente?
No, esto quiere decir que practico para sentirme a cada momento, y que finalmente lo hago de una manera tan natural que simplemente sucede.
Al igual que pasa cuando tenemos invitados, la mejor anfitriona de emociones es aquella que acoge, que hace sentir bien, que está pendiente sin que se note, porque no necesita ser pesada ni estar encima de los comensales, para ofrecerles eso que necesitan de forma natural.
Cuando estamos pendientes de lo que sentimos, y sabemos identificarlo, podemos ofrecernos eso que necesitamos. Cuanto mejor nos sentimos con nosotras mismas, más y mejor ofrecemos a los que nos rodean.
Ser anfitriona de emociones implica disfrutar de tu propia compañía.
Vivir tu día a día acompañada contigo, teniendo presentes todas tus fortalezas y capacidades. Que cada mañana inicies con ilusión y curiosidad tu día. Que te sientas acompañada por ti misma, incluso en los días más duros. Que te permitas sentirte, como sea que te sientas. Entendiendo y aceptando que las sombras son tan importantes como la luz. Aceptando su mensaje e integrándolo como parte de tu camino de vida.
Porque es siendo que disfrutas de esta experiencia llamada vida. Asumiéndote en todas tus facetas, transitando todas tus emociones. Haciéndote cargo de ti, de cómo te sientes, de cómo te muestras. Liberándote de cargas que no te pertenecen, o que ya cargaste durante mucho tiempo y ahora decides soltar.
Llegando a tu esencia y desde ahí decidir tus pasos. Porque cada paso puede ser decidido por ti. Cada día, cada momento puede ser creado por ti.
Sé anfitriona de emociones, abraza tus emociones.